El
running tiene también sus libros y su literatura.
Y es que acerca
de la actividad de correr y del mundo que la rodea, se han escrito
crónicas y manuales, biografías y novelas, sencillos artículos y
obras literarias.
Vargas
Llosa nos convenció del placer intelectual que supone correr así
que, confiando en el criterio del Nobel, dedicaremos de vez en cuando
algún artículo a desgranar algunos de los libros que existen sobre
el tema.
Y
empezamos a lo grande... Con Haruki Murakami
(eterno aspirante al premio Nobel, el pobre) y su obra “De
qué hablo cuando hablo de correr”.
Cualquiera
que haya leído mínimamente a Murakami sabe que el escrito al que
dedicamos estas líneas, resulta algo inusual dentro de su obra (al menos entre la disponible en castellano),
aunque ya haya encontrado su continuación en el nuevo relato “De
qué hablo cuando hablo de escribir”.
En
la obra que nos ocupa, redactada con el tono sencillo y pausado al
que nos tiene acostumbrados, el autor nos retrata algunos de los
momentos relevantes de su vida y que se dejan sentir, a través de
numerosos detalles, a lo largo de toda su obra: Sus inicios como
propietario de un bar de jazz en el Tokio de los ´70; las curiosas
circunstancias que lo llevan a escribir su primera novela; su
trayectoria como novelista desde entonces y, como no, su trayectoria
como corredor.
Murakami
empieza a correr tarde, como tantos de nosotros, al constatar cómo
su nueva vida de escritor, mina lentamente su salud, en forma de tabaco y sobrepeso.
Y
nos lo relata con esa forma suya, próxima y sincera, que resulta
tan particular:
“[...]
también me daba algo de vergüenza que la gente del vecindario me
viera correr. La misma vergüenza que sentía cuando, a continuación
de mi nombre, me ponían entre paréntesis la ocupación
<<novelista>>.”
Como
corredor nunca será rápido, pero construirá un sólido hábito y
superará sus metas deportivas del mismo modo que superará las
literarias. Con trabajo, seriedad y disciplina.
En
el ámbito deportivo, el libro nos detalla algunos de sus retos más
interesantes, como su primer maratón, que el autor corrió en
solitario a lo largo del trayecto original; el maratón de Nueva
York; un par de triatlónes; e incluso un ultramaratón de 100 km
alrededor del Lago Saroma, en Hokaido, en que el esfuerzo lo arrastró
a un estado de consciencia tal que “El acto de correr se hallaba
ya en un ámbito que rozaba casi lo metafísico”.
Pero
del mismo modo, también nos cuenta sus reflexiones mientras entrena
por las mañanas en diferentes lugares, como las riberas del Charles,
alfombradas de hojas doradas que el otoño de Boston despliega sobre
ellas. Nos habla de la gente que encuentra a su paso: ciclistas,
patinadores, gente que simplemente pasea, y de otros corredores...
“Cuando
nos cruzamos por los caminos, uno capta el ritmo respiratorio del
otro y percibe cómo el otro marca el tiempo. Del mismo modo, cada
escritor capta el estilo y el modo en que otro escritor utiliza el
lenguaje.”
En
definitiva un libro muy recomendable que habla tanto de correr como
de escribir, y que contiene entre sus páginas ideas, como “la
tristeza del corredor”, que han permeado ya al saber popular.
El
libro de un simple corredor, al que gustaría que en su epitafio
grabasen las palabras: “Al menos
aguantó sin caminar hasta el final”.
Más información en:
Si es que los escritores somos tod@s un@s vicios@s... :P
ResponderEliminarInteresante artículo, bien redactado y estructurado con el que dejas claro el punto al que querías llegar. Atractiva la forma de enlazar literatura y deporte; me ha gustado la manera en que ambas disciplinas se tocan.
Me ha recordado también que tengo pendiente a Murakami.
Saludos.
Bienvenid@ y gracias por tu comentario.
EliminarSupongo que su nuevo libro te gustaría. Es perfecto para escritores.
Un saludo.